¡El marido de Seiko también vuela!
Published on:
20 Dec 2016
Durante muchos años, nuestra piloto ninja Seiko Fukuoka ha venido llevando el vuelo libre a un nuevo nivel. Lo que tal vez no sepáis sobre Seiko es que forma parte de una relación con alguien que no es sólo un gran piloto, sino que también aporta un gran apoyo a la piloto más destacada del planeta Tierra. La otra mitad de Seiko, y su compañero en la vida, por expresarlo de esta manera, es un pionero del parapente francés: Pierre Naville.
Durante su última visita a Australia, Pierre, como siempre, se ocupaba de los detalles en tierra para asegurarse que todo fuera bien y que Seiko lo tuviera lo mejor posible para batir sus propios récords. Al cabo de unos pocos días allí, le llegó el turno de relajarse a Pierre y que le arrastraran a él primero. Esta historia terminó 440 kilómetros más lejos.
Pierre comparte su experiencia:
«El jueves condujimos hasta Wilkannia, un pequeño pueblo aborigen del despoblado interior que se anuncia de una manera peculiar: «El Medio de la Nada, pero el Centro de Todo». Bueno, al menos ahora sabía qué debía decir sobre el sitio donde aterrizara: estoy en mitad del centro de…
Despegamos desde una pista de tierra con la ayuda del torno y, una vez en el aire, tuve la suerte de ganar altura con las térmicas matutinas y pronto me vi mil metros por encima del suelo. El viento soplaba del norte y todavía no había una sola nube en el cielo. Seguí la línea de la pista de tierra dejándome empujar por el viento, para estar seguro de que si pinchaba lo hiciera en un lugar donde la recogida fuera fácil. Tras 30 kilómetros de volar viento en cola llegó la primera decisión difícil, pues debía cruzar un bosque enorme con un único aterrizaje pequeño. No lo dudé y me lancé a cruzarlo. Durante mi transición comencé a ver por fin que empezaban a formarse cumulitos a unos 1800 o 2000 metros por encima del terreno y que las condiciones empezaban a mejorar. Ahora tenía por delante de mi muchas posibilidades.
Continué volando, tratando de no perder de vista la carretera de tierra, y cuatro horas más tarde llegué a Ivanhoe, una pequeña ciudad a 180 kilómetros del punto desde el que despegué. Allí, el techo estaba en su mejor momento, 3500 metros, pero yo sólo subía hasta 3000 para respetar la norma australiana que requiere volar con oxígeno a más de 3000 metros de altitud.
Entonces ocurrió algo. Comencé a ser testigo de las primeras calles de nubes perfectas que hubiera visto nunca en Australia. Ahora podía ver la ruta a seguir durante los próximos kilómetros. Con la ayuda de esa hermosa calle blanca, crucé dos de las mayores zonas inundadas de la zona en las que aterrizar resultaría letal a menos que fueras Cocodrilo Dundee. Esa transición me llevó su tiempo, pero tras alcanzar la marca de 280 kilómetros me sentía más cómodo y comencé a ver más opciones de aterrizaje, así que aumenté mi ritmo y me sincronicé con las condiciones.
Me tomé un momento para disfrutar del precioso terreno que me rodeaba, comprobé mis cifras y vi que podía alcanzar la barrera de los 400 kilómetros. Me costaba creerlo, pero creía que podía hacerlo e incluso volar más lejos todavía. De pronto, apareció un cirro enorme y todos mis sueños de volar una gran distancia comenzaron a desvanecerse, así que me puse en modo supervivencia y cambié mi táctica. Era momento de aprovechar cualquier brizna de ascendencia para mantenerse en el aire y seguir avanzando. Volé contra el viento, ahora entre 1000 y 2000 metros sobre el terreno, durante varias horas y tras 9 horas y 17 minutos, y 400 kilómetros, decidí aterrizar cerca de un pueblo en mitad de la nada, pero en el centro de todo.
Tras llevar 30 años volando, debo decir que me encantó tener una Zeno para ese vuelo. Es con diferencia el mejor parapente que haya volado.
Es curioso cómo ocurren las cosas. Ese día, Seiko no se encontraba bien y Charles tuvo algunos problemas con el arrastre… Estoy seguro de que si ellos hubieran estado en el aire, habrían volado más de 500 kilómetros.
Merci beaucoup Australia, y ¡hasta la próxima!
Desde el equipo Ozone te damos la enhorabuena por un vuelo tan asombroso, Pierre. ¡Nos encanta que tu Zeno te esté tratando bien!