Tras dos récords en un día, con Seiko Fukuoka
Published on:
10 Dec 2015
Seiko comparte sus últimas aventuras de récord desde Australia.
Todo comenzó hace dos años, cuando decidí que quería tener todos los récords del mundo de vuelos de distancia largos en parapente.
Este año vine a Australia para intentar el récord del mundo de distancia abierta (el actual récord era de 395 km ) y el de distancia a gol prefijado (el actual estaba en 301 km).
Además de todas las destrezas que un piloto debe adquirir para romper un récord, la última palabra la tiene el tiempo. Las condiciones ideales para ese tipo de vuelo son: suficiente viento en cola para recorrer el máximo terreno posible, ascendencias fuertes y un techo alto.
Desafortunadamente, la predicción para ayer no tenía muy buena pinta, con viento flojo y un poco estable para tratar de romper el récord de distancia abierta, así que decidí probar el de distancia a gol prefijado, con un gol declarado de 366 km. Fue así:
Tras otro despegue perfecto con torno gracias a mi equipo en tierra, comencé a tirar hacia el oeste y encontré un ligero viento de norte en mi camino.
Como mostraban las predicciones, el techo era muy bajo, lo que mantuvo mi velocidad de vuelo bastante lenta.
Han pasado cinco horas y no he alcanzado la marca de los 200 km. En este punto mis esperanzas eran bajas y la cosa no tenía pinta de que alcanzara mi gol a 366 km.
En cualquier caso, no dejé que las cifras me importunaran y seguí centrada en mi objetivo final. Tras pelear durante otras 4 horas en condiciones realmente flojas, mi cuerpo empezó a sentir la necesidad de un buen chuletón de carne australiana. Traté de mantenerme en el aire usando cualquier ascendencia por pequeña que fuera, y miraba alrededor en busca de mis mejores amigos alados en ese momento crucial, pero no encontraba ninguno.
De pronto ¡bingo! Una buena térmica que exprimo hasta arriba del todo, y luego miro a mi GPS: estoy a 10 km de mi gol. Tras 10 horas en el aire, me dirijo a mi destino final. ¡Lo tengo!
Llego sobre el gol casi sin energía, pero con una gran sonrisa. Compruebo mi altitud; 1300 metros sobre el suelo. Me dispongo a perder algo de altura cuando escucho a mi equipo de tierra por la radio: Seiko, ¿por qué no intentas también el récord de distancia abierta? ¿De verdad?, contesto yo.
Dudo durante un segundo. Sé que es tarde y tengo que volar al menos 30 kilómetrosmáss, y necesito aterrizar como muy tarde 30 minutos después de la puesta de sol oficial. Compruebo el tiempo y tengo menos de 30 minutos para lograr ese segundo récord. Mi cerebro de piloto responde a la pregunta de inmediato: ¿por qué no? Ve a por él.
Casi no hay ascendencia, así que sigo planeando hasta que encuentro una térmica floja, pero bien formada y me ayuda a ganar algo de altura, volver a comprobar los números. ¡Estoy a 20 km de la marca de los 400 km! El planeo tiene buena pinta. Compruebo el tiempo y ¡creo que puedo lograrlo!
Por supuesto, la vida no es tan simple y una vez que comienzo a acercarme al récord de distancia me doy cuenta de que el terreno se vuelve más alto y que tengo unas colinas por delante. ¡Dios mío! No tenía planeado llegar tan lejos, por eso no había comprobado el mapa de esa zona.
No tengo nada que hacer. Estoy en mi planeo final, cruzo los dedos y sigo volando con un ojo en mi GPS y un ojo en las colinas que tengo delante.
Paso la marca de los 395 kilómetros y ya tengo el récord, pero voy a por los 400. ¡Vamos! ¡Puedes hacerlo! En ese momento casi estoy tocando las colinas y ya no tengo más espacio para volar. Miro al GPS y veo el número mágico_ ¡402 kilómetros!
Hago un giro y medio y aterrizo en el precioso campo de una granja.
Ha sido un vuelo emocionante e inesperado. He batido dos récords tras casi 11 horas en el aire. No tengo dudas de que la última ascendencia que encontré en mi camino fue un regalo de Santa Claus. Al final, esos vuelos me recuerdan lo mismo: ¡Nunca tires la toalla!
Gracias a todos los que seguís mis viajes. ¡Felices Fiestas!
-Seiko